lunes, mayo 19

Buenos Aires.

Ha sido con el paso de los años que le he ido tomando el gusto a realizar pequeños viajes -algo ya les he comentado- por el fin de semana y si esta es un fin de semana largo de uno o dos días, mucho mejor aún. Fue por este nuevo gusto que terminé en Buenos Aires con un pololo que por un par de días hablaba como un típico argentino, un completa locura. 
Llegamos un jueves 1 de mayo a un hotel/apartamento ubicado frente al Cementerio de la Recoleta, uno no pensaría que es de lo más romántico dormir mirando a los muertos, pero tuve que callarme los pensamientos, puesto que la vista era realmente linda y distinta, el cementerio no era para nada crítico. Como llegamos a eso de las 7 al hotel y cada uno con un resfrío que se los encargo (los remedios eran nuestros mejores amigos), la energía sólo nos dio para caminar un poco por el sector y comernos una rica pizza por ahí, para luego volver a dormir al hotel, rogando por despertar un poco mejor a la mañana siguiente. 

Viernes en la mañana, el resfrío se veía mejor, y afortunadamente no hacía nada de frío. Partimos raudos y obviamente caminando (la mejor manera de conocer ciudades) hasta la famosa librería Ateneo, el lugar es realmente maravilloso, un antiguo teatro, convertido en ahora en esta gran librería con libros de todo tipo e incluso una sección de música y películas. Ahora si quieres comprar algo, no es lugar más recomendado, puesto que al ser tan popular evidentemente es más caro. Siguiendo con el recorrido, nos fuimos en la búsqueda de calle Corrientes (esa clásica que hasta aparece en las canciones de Fito Paez), la razón: teníamos que pasar a retirar las entradas al teatro. Creímos que sería un mero trámite, pero no, estuvimos alrededor de una hora haciendo fila, pues si, los argentinos van al teatro, es parte de su cultura (por suerte había comprado las entradas con anticipación por internet). Llevamos ya, mucho tiempo sin comer, por lo que nos fuimos a un restaurante de pastas ultra recomendando en Puerto Madero, llamado Marcello. Simplemente increíble, total y absolutamente recomendado. Después de comer un gran plato de pasta, sólo queda lo evidente, caminar devuelta al hotel (larga caminata) y dormir la correspondiente siesta, antes de partir al teatro. La obra, muy entretenida, pero obvio que después de ella, teníamos que comer de nuevo, así que partimos al barrio de la Recoleta a un lugar donde siempre veíamos a puros argentinos esperando para entrar, esperamos una hora y entramos, terminamos comiendo cerca de la medianoche, pero valió la pena, el lugar se llamaba El Club de la Milanesa. 

Sábado, seguíamos con el resfrío, de hecho esta vez nos quedamos dormidos para el desayuno, por lo que nos levantamos un poco más tarde y nos fuimos al famoso Cementerio y después a tomar un clásico café, donde había muchos argentinos más bien mayores. Fue una experiencia maravilloso, era un lugar muy grande, lleno de gente y casi nadie tenía el celular en la mano conectado a Wifi, lo cual hizo todo mucho más agradable. Ahora, soy una nena, había hecho mi parte cultural del viaje, y estamos en Buenos Aires, la chica aquí quería ir de compras, así que partimos a Palermo Soho, vitrineamos mucho rato; la conclusión, es que si bien habían cosas muy lindas, estas no eran muy distintas a lo que pudieras encontrar en Santiago y tampoco los precios eran muy diferentes, yo diría los mismos y hasta algunas cosas más caras. Por esto, decidimos guardarnos la plata y gastarla en algo mucho mejor: comida. Fuimos a un restaurante de carnes llamado Happening, les digo, barato no era, para nada, pero la comida, la atención, el ambiente, en fin todo, era tan rico que valió la pena todo peso gastado (mucho mejor que haberse comprado un par de zapatos, y eso que lo estoy diciendo yo), además hay que considerar, que una comida así en Santiago seguro te cuesta el doble. 

Llega el domingo y se nos esta acabando el viaje. Como era domingo, nos levantamos temprano y partimos a la muy conocida feria de antigüedades de San Telmo. Tuve la suerte de encontrar un lindo prendedor que fue mi regalo del viaje. Me encantó. Terminamos temprano y nos fuimos a la estación de trenes, teníamos que visitar a una amiga que vivía en Tigre (provincia de Buenos Aires), el lugar era precioso y tuvimos la suerte de tener una guía turística personal que nos paseo por todos los lugares que si o si deberíamos conocer. Si usted va a Tigre, le aconsejo se tomo el tren de la costa. Nuestro último día de viaje termina nuevamente con una rica pizza y una buena cerveza Quilmes negra, para volver al hotel, dormirse temprano y madrugar para partir al aeropuerto y regresar a la realidad. 

Espero poder seguir viajando así. Tengo ganas de que el próximo destino sea Machupichu.