domingo, junio 1

Fashion Coaching

Siendo hija de un coach ontológico, puedo decir que he pasado gran parte de mi vida aprendiendo sobre la importancia del escuchar, del como hacemos nuestros pedidos, y decimos lo que queremos decir, cómo utilizar mejor nuestros talentos, del como nos presentamos -en nuestra individualidad- ante el mundo, etc. 

Al vestirnos, querámoslo o no, expresamos una parte de quienes somos, decimos algo, y a veces, decimos justo aquello que no queremos decir, y que peor aun, lo más probable es que ni siquiera nos demos cuenta que estamos mandando el mensaje equivocado. El propósito del fashion coaching sería entonces unir éstos dos mundos, aparentemente tan distintos, con el fin de mejorar el cómo las personas se visten, cómo se presentan ante los otros, con el fin de aprender como hacerlo de la mejor manera posible, aquella que nos otorgue más beneficios, que nos permita decir aquello que queremos decir de nosotros mismo.

Todo esto puede sonar bastante ambiguo, pero si lo aterrizamos, rápidamente nos damos cuenta que estamos ante un problema o situación que se nos presenta día a día, en los espacios y momentos más diversos, pues en todas partes debemos andar vestidos, y es en la elección de lo que nos ponemos para cada ocasión en particular, la que enviará un señal a los otros, sobre quienes somos y quienes queremos ser, sobre el respeto o la preocupación (o falta de esta) que sentimos sobre un evento en especial.

No siempre es fácil saber qué ponernos, no tenemos porque nacer sabiendo cuáles son las prendas que nos asientan mejor y qué debemos ocupar según las distintas ocasiones. Lo bueno es que se puede aprender, podemos adquirir los conocimientos para saber que debemos vestir, en palabras simples, como sacarnos el mayor provecho posible. La dificultad del aprendizaje radica en que, aunque no lo creamos, cada persona necesita abrirse al cambio, pedir la ayuda, porque es un proceso íntimo, en el cual, entre otras cosas debemos descubrir nuestras propias inseguridades, hacernos cargo de los distintos juicios y prejuicios que tenemos. En fin, es un proceso maravilloso, no fácil de hacer, pero extremamente gratificante. 

Aprendiendo a vestirse.