martes, abril 29

Experiencia: Preparación para un matrimonio.

Es cierto que la llamada "temporada de matrimonios" ya esta llegando a su fin. Fue así, que para el último gran evento gran, decidí que había que producirse y arreglarse como dios manda. Para esto vamos uno por uno, los distintos detalles a los cuales hay que necesariamente ponerle atención. 

1) Manos: Corresponde regalonearse un rato, e ir a que te pinten las uñas, o hacerse las manos, la manicure o como quieras llamarle. Aconsejo elegir un buen color, acorde con el vestido, y lo más importante que las manos queden perfectas. Es uno de los detalles que hacen la diferencia. Yo por mi parte elegí el color rojo, para que combinaran con los labios. 

2) Vestido: Lo compré hace casi un mes. Rara vez compro vestidos o ropa para ocasiones especiales, generalmente ocupo lo que tengo y le voy agregando algún nuevo accesorio, o simplemente puras cosas viejas, re combinadas de una nueva manera. Sin embargo, esta vez encontré un enterito en TopShop que me encantó, el problema (si, nada puede ser fácil y simple en esta vida) es que era una talla más grande. Aun así, corrí el riesgo, y lo compré, llevándolo donde mi súper sastre (si alguien lo necesita, me avisa, lo recomiendo totalmente). El sastre hizo su magia y me quedó perfecto, como si hubiese sido hecho a la medida. 

3) Zapatos: Aquí si que soy súper mañosa, especialmente cuando se trata de matrimonios, situaciones en las que uno sabe, que con la Iglesia, cóctel y después la fiesta y el baile, vas a pasar muchas horas arriba de los tacos. Nunca he creído que la solución es sacarse los zapatos y bailar a pie pelado, o llevar otros zapatos bajos, yo soy de la vieja escuela, siempre digna, eso si, la única manera de poder hacerlo es que elijas los zapatos correctos, esos que no son nuevos, que ya has ablandado con el tiempo y te quedan perfectos. 


4) Pelo: Por primera vez en mi vida, decidí ir a la peluquería a peinarme para un matrimonio. La última vez que había ido para un peinado fue para mi fiesta de egreso. Sin embargo esa vez, tuve una muy mala experiencia, puesto que quise ondularme el pelo o cabello como quieran decirle. Fue ahí donde aprendí que mi pelo no sirve para ese tipo de cosas, es demasiado delgado y porfiado, por lo tanto hace lo que él quiere, no lo que uno quiere. 
Esta vez, dije, nada de ondas, quiero un moño. En principio mi idea era la que esta de moda, algo con trenzas, toda esta idea duró hasta que llegué a la peluquería, porque me encontré con otras dos niñas a las cuales le estaban haciendo algo muy parecido a lo que yo quería. Entonces llegado el momento de la decisión final, dije, no trenzas, no quiero ir igual que todas, quiero un clásico moño de tomate alto, que además quedaba perfecto con el traje. 


5) Maquillaje: Alguna vez aprendí, ya no me acuerdo hace cuanto tiempo, que la cosa funciona así, o los labios o los ojos, nunca los dos, porque sino es demasiada pintura en la cara y una parece payaso. Razón por la cual, y teniendo en consideración lo mucho que le gusta a mi pololo los labios rojos, decidí, esta vez irme por los labios fuertes y pintar o maquillar -ocupando la palabra correcta- suavemente los ojos. Obviamente todo lo hice yo solita en mi casa, y estoy convencida de que quede perfecta (aunque venga un poco de cerca la recomendación).


Luego de toda esta experiencia, he decido que de aquí en adelante iré producida como Dios manda a todos los matrimonios a los que sea invitada. Total tampoco es que sean tantos.