jueves, abril 24

Destino viajes cortos: Valparaíso.



Siguiendo con esto de los viajes, hace unas pocas semanas tuve la suerte de escaparme junto al novio a Valparaíso por el fin de semana. Entremedio del estrés, los trabajos y demases, siempre es una buena idea, escaparse a alguna parte. Nosotros elegimos Valparaíso -obviamente antes del terrible incendio que azotó a la ciudad- 


Llegamos a eso de las 4 de la tarde, nos chequeamos en el Hotel Gervasoni, ahí al final del paseo Gervasoni en Cerro Concepción. Inmediatamente después, cámara en mano, partimos de paseo a caminar por los cerros, pasando a comer cupcakes a una pastelería nueva que se puso (muy rica y muy bonita). 

El Hotel, era bueno, aunque creo que con toda la historia que tiene esa casona, es posible sacarle más punta, como casi siempre el grueso estaba perfecto, dígase buena cama, buen baño y ducha. Quizá sólo mejorar los detalles de decoración, de recepción a los invitados, desayuno y otros.  






Ahora, siguiendo con el paso, y volviendo al fin de esta historia, y después de dormir su debida siesta de sábado en la tarde (si, estamos viejos y dormimos siesta), corresponde salir a comer. Para esto, caminamos hasta el Cerro Alegre (queda muy cerca y la caminata tanto de ida como de vuelta es más que agradable, es necesaria), llegamos hasta un restaurante italiano, recomendado por todos, llamado Malandrino, una pizzería increíble, todo bueno, el lugar, la comida, la atención, simplemente un siete. Luego seguimos a un bar, donde además se hacía una exposición de arte, para tomarse el correspondiente y debido bajativo -las cosas buenas de no andar en auto-. 


A la mañana siguiente, su buen desayuno en el hotel, la clásica feria de antigüedades de Valparaíso. Esta vez no me compré nada, pero hay un puesto de lentes vintage, digno de visitarse y mirar con detención. Y como todo es comida en esta vida, ya estamos pensando en el almuerzo, así que nos fuimos al otro lado de la costa, a Con Con a comer mariscos y empanadas, aprovechando de pasar por Viña y Reñaca y de caminar un rato antes por la playa.  


La conclusión, es que escaparse de vez en cuando, no sólo es bueno para el alma, sino que necesario. Sirve para recargar las pilas, despejar la cabeza y alegrar el cuerpo.